RUN-IT es ante todo un acontecimiento de celebración experimental de nuestras ciudades. Se trata de recorrer la ciudad sin ayuda de vehículos, llevando al límite nuestro cuerpo y nuestra mente, entrando en un estado de percepción alterada que nos permite experimentar la ciudad desde otra óptica, experimentar a fondo sus dimensiones, su topografía, sus límites, la calidad del aire, la variación de su skyline, sus sistemas naturales, sus estrategias de crecimiento, su densidad, sus sonidos y un sinfín de acontecimientos.
Desde el Movimiento Disfrutista, se plantea la experiencia como un asunto de urgencia sobre el que llamar la atención. En estos días de intensa teoría y palabrería, la propia experimentación de la realidad aporta una autenticidad extrema, que entremezclado con las sugerencias que aporta la percepción individual, construye un cosmos de intensas relaciones para cada uno de los individuos que experimentan.
En estados en los que el cuerpo físico es el que mide sus fuerzas con el medio (recorrer 42 km. sin desfallecer) se define un contexto en el que de forma natural se mezcla fantasía y realidad [1] , configurando una experiencia diferente en función del grado de la preparación previa, de los alimentos y bebidas ingeridos, de los accidentes del camino, del viento de ese día, de la radiación solar recibida, y tantos otros factores que escapan de nuestro control.
En Run it se pretende establecer un pacto colectivo con la realidad urbana. Como si de un combate se tratara, pisoteamos en masa la ciudad aceptando que el trato que vamos a tener con las instancias particulares del fenómeno, podrán proporcionar tanto conocimiento como una completa teoría sobre esa clase de fenómenos.[2]
Esta especie de empirismo radical, pretende definirse desde unas condiciones de experimentación propia, individuales. El Movimiento Disfrutista acoge a todos los interesados en el disfrute, pero no es una bandera, no pretende establecer leyes ni dogmas, ni siquiera sobre la propia acción de disfrutar. Huye de la idea de corporativismo o uniformidad [3] . Entre sus miembros se encuentran destacados individuos de una sugerente disparidad, que mediante la suma de fragmentos construyen una realidad de lo más interesante. Nada tiene una naturaleza intrínseca, tampoco las personas, aunque sí nos interesa admitir que en cierta medida somos únicos [4] y que cada uno de nosotros establecerá su propia relación con la realidad de rodear la ciudad. El Movimiento Disfrutista no pretende manejar dogmas, sus creencias (si las hubiera) tienen más que ver con las reglas de acción. La producción del pensamiento no es sino un paso en la producción de hábitos de acción .[5]
El IV aniversario del Movimiento Disfrutista desarrollaba en 2012 unas reglas abiertas para experimentar las topografías urbanas, escuchando el sonido de los pavimentos, percibiendo sus bordes, sus pendientes, su vibración y tantos otros acontecimientos que se descubren en la pequeña escala.
Para el VII aniversario del MD, se plantea también una relación experimental con la ciudad, pero en este caso el interés no está en la percepción de la pequeña escala, de lo tocable ni de su gran escala y sus sistemas territoriales. Ahora nos interesa percibir la ciudad desde nuestros propios límites, llevando la percepción de la misma a un nuevo nivel, dejándonos seducir por lo que las dopaminas nos van a permitir experimentar. Como en anteriores aniversarios, lo más importante quizás sea lo que está por descubrir, aquello que a priori no podemos predecir, ahí reside gran parte del disfrute.




[1] JAMES, W. Pragmatismo. Un nuevo nombre para viejas formas de pensar. Ed. Alianza Editorial. Madrid, 2000. Traducción y prólogo: Ramón del Castillo. Pag. 156.

[2] CASTILLO, R. del. Conocimiento y Acción. El giro pragmático de la filosofía. Ed. UNED. Madrid, 1995. Pag. 48.

[3] DEWEY, J. Viejo y Nuevo Individualismo. Paidós Ibérica. Barcelona, 2003. Traducción: Isabel GªAdánez. Prólogo: R. Del Castillo. Pag. 90.

[4] RORTY, R. ¿Esperanza o Conocimiento? Una introducción al pragmatismo. Fondo de Cultura Económica. Buenos Aires, 1994. Traducción: Eduardo Rabossi. Pag. 68.
[5] DEWEY, J. La Miseria de la Epistemología. Ed. Biblioteca Nueva. Madrid, 2000. Traducción: Ángel Manuel Faerna. Pag. 65.